Mientras podamos, tenemos que usar nuestras pantallas para acercarnos y unirnos más de lo que nos alejamos y desconectamos.

Spencer Cathcart

Fuente: https://youtu.be/MrHYd77qXxo

Are we really free?

¿Realmente somos libres?

A esta y otras interrogantes Spencer Cathcart responde, intentando que podamos ser concientes del momento que nos ha tocado vivir y desde donde estemos y como estemos podamos aprender a ser felices con lo mucho o poco que tengamos, sin abandonar nuestro compromiso con el mundo y utilizando este medio. Aquí algunas ideas importantes.

Pasamos años sentados repitiendo lo que nos dicen. Nos ponen a prueba, nos clasifican, como sujetos de laboratorio. Educados no para marcar la diferencia en este mundo, sino para ser igual que el resto. Lo suficientemente inteligentes como para hacer nuestro trabajo, pero «no» para cuestionar porque lo hacemos.

Y así, trabajamos tanto que no nos queda tiempo para disfrutar la vida para la que trabajamos.

Hasta que llega el día en el que ya estamos demasiado viejos para seguir trabajando y entonces nos empiezan a dejar morir.

Pero no somos más que combustible: el combustible que alimenta a la “élite”. La elite que se esconde detrás del logotipo de una empresa.

El mundo es de ellos, y su recurso más valioso no es el suelo. Somos nosotros.

Construimos sus ciudades. Operamos sus máquinas. Luchamos sus guerras. Después de todo, no es el dinero lo que los mueve: es el “poder”.

El dinero es simplemente la herramienta que utilizan para controlarnos. Pedazos de papel sin valor de los que dependemos para: alimentarnos, movernos, distraernos. Ellos nos dieron el dinero y nosotros les dimos el mundo.

¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que el dinero no se puede comer y que no tiene ningún valor?

No estamos destruyendo el planeta. Estamos destruyendo toda la vida que hay en él.

Ahora parece gracioso pensar que los humanos alguna vez creyeron que la tierra era el centro del universo, pero seguimos creyendo que somos el centro del planeta.

Hablamos de nuestra tecnología y decimos que somos los más inteligentes. Pero, ¿son las computadoras, los automóviles y las industrias evidencia de lo inteligentes que somos?

¿O más bien son la evidencia de lo perezosos que somos?

Nos ponemos la máscara de “civilización”. Pero detrás de esa máscara, ¿Quiénes somos?

Nos comportamos como si lo supiéramos todo, ¡y hay tantas cosas que no vemos!. Caminamos por la calle ignorando las cosas más simples. Las miradas en los ojos y las historias que nos cuentan. Creemos que estamos antes que todo lo demás.

Tal vez nos da miedo pensar que no estamos solos y somos parte de algo más grande. Y por eso no somos capaces de “conectar”.

Necesitamos líderes, no políticos. Pero en este mundo de “seguidores” nos hemos olvidado de guiarnos a nosotros mismos.

No esperes más el cambio y sé el cambio que quieres ver en el mundo.

La raza humana no sobrevivió por haber sido la más rápida o la más fuerte. Sino por haber trabajado en equipo.

Ya dominamos el “arte” de matar. Ahora conquistemos la alegría de vivir.

No se trata de salvar el planeta. El planeta va a seguir existiendo, con o sin nosotros.

La Tierra ha existido durante millones de años. Con suerte, cada uno de nosotros vivirá unos 80 años.

Somos solo un instante en el tiempo, pero nuestra influencia es para siempre.

Nuestra generación va a determinar cómo será la vida en este planeta, tanto para bien como para mal.

Podemos seguir alimentando este sistema de destrucción hasta que ya no quede memoria de nuestra existencia.

O podemos despertar. Darnos cuenta de que no estamos evolucionando, sino que estamos cayendo. Las pantallas no nos dejan ver hacia dónde nos dirigimos.

Somos los rostros de todos los que existieron antes que nosotros.

Y ahora es nuestro turno. Puedes elegir forjar tu propio destino o seguir el camino que tantos ya tomaron.

La vida no es una película. El guión no está escrito. Nosotros somos los escritores. Esta historia es tuya. Es de ellos, es nuestra.