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No hay nada más practico que una buena teoría
(Filosofía Estóica)
La páginas que forman esta entrada, sin dejar de ser ajeno a su nombe: libres, bien podrían ser considerados como Prolegomenos de una criminologia pragmática, por reflejar en suma el pensamiento de grandes juristas, filósofos, teósofos y ocultistas que más allá de la moda imperante que ha caracterizado a la Academia -en la cual casi todos nos hemos formado-, han aportado de manera significativa al saber humano y haciendo honor al espíritu que alienta sus más caros ideales, intentaremos de la mano de los que si saben, esbozar una teoría que explique porque el hombre delinque, es decir una aproximación a lo que sería una Teoría del Delito.
El único propósito que nos anima es poder asumir con verdadera entereza los destinos del Derecho, en especial del Derecho Penal, que dista de seguir a pies juntillas lo que dice el código sustantivo y adjetivo, y ser un mero aplicador de algo que solo refleja un sin sentido, advertido por penalistas de todos los tiempos.
Cuesta aceptar que el Derecho Penal este en abandono, como invidente que no encuentra su camino, embriagado de tanta doctrina, tropieza por aquí y cae por allá, sin saber donde irá a parar. Es triste. Incluso llegué a pensar por un instante que los abogados en su mayoría, por no decir todos, nos habíamos convertido en simples personajes de una novela cuyo autor provisto de libretos nos había hecho memorizar para montar su obra, que no es la obra de la Humanidad, así el derecho se ha había convertido en un instrumento más de dominación y los abogados en «idiotas útiles» que se dejan instrumentalizar y ni siquiera conocen la telesis de su ministerio. En conclusión, el Derecho no se ha extinguido antes bien esta diríamos oculto y visible para el hombre despierto, e intentando descifrar los misterios de esa sabiduría nos impele a ahcer algo, no hacer nada sería hacerse complice de una omisión imperdonable, peor aún si de este ser invidente (sistema) depende la vida de muchos seres injustamente condenados a sufrir las consecuencias de un sistema judicial deshumanizado, donde el egoísmo y la soberbia han reemplazado la vocación y el servicio.
Hemos construido un Derecho Penal a la medida de nuestra personalidad y no en función de lo que representa y significa el HOMBRE, por ello hasta el enfoque en materia penal resulta viciado por que su punto de partida no es el SER sino las circunstancias que se pueden ver, lo falible, lo contingente, lo superficial, lo aparente, las consecuencias, la personalidad y no el espíritu. A nadie le interesa un preso, el Fiscal acusa por acusar y no tiene tiempo para llevar acabo sus propias diligencias, menos para reflexionar los medios probatorios ofrecidos o evaluar juiciosamente su teoría del caso, el Juez se ha convertido en un títere de los medios de comunicación y cuando no, justifica sus miedos limitandose a interpretar lo que manda la constitución, sirve a su cargo y al statu quo imperante, los defensores de oficio hacen lo que pueden, los abogados privados no se involucran solo se comprometen. Nadie intenta cambiar nada. Nadie construye nada. No se sabe lo que se construye ni para que se construye, y los abogados solo utilizan el Derecho para vivir con la simpleza de un comerciante, que carece de lustre, de de honor, de dignidad, absorbidos por la voragine del consumismo. Así que sentido tiene vivir, a que estamos jugando. Pues bajo el lema «Mientras me paguen, bien vale simular que trabajo», «cualquier cosa, con tal de mantener mi puesto», ¿y el preso?, ¿y la justicia? ¿Y el Derecho como realización no solo personal sino espiritual?, terminan sepultados cada día más y más, ni hablar de los actos de corrupción de funcionarios públicos, al parecer algo esta mal, algo en el Derecho Penal no esta bien, ¿donde se quebró el Derecho? ¿Por que el Derecho Penal es inutil? ¿Pasa algo con el Derecho? ¿Es necesario reinventar o readaptar el Derecho?
Creemos que es hora de rediseñar de entre todos, un Derecho más vivo, a la medida de su principal protagonista: el Hombre.
Al hombre antiguo le podía faltar ciencia y tecnología pero tenía erudición eregida sobre una sólida moral (de mores=costumbre) y si era Juez su sola presencia componía, hoy las consecuencias que puede generar un padre que descuida el hogar y decide arbitrariamente, son las mismas que un juez falto de calidades morales provoca en la sociedad, la misma que se desangra día a día cuando oye actos de corrupción.
Basta ya, necesitamos un Derecho capaz de disuadir aquellas almas blandas que a través del Derecho intentan enderezarse y que por el contrario convoque a espíritus valientes y elevados que puedan aportar al foro con solvencia moral y cuyo prestigio no sea otro que desplegar virtudes y actitudes cívicas ejemplares que ejerciten su prudentia y sean ejemplo y orgullo de la sociedad, como siempre así lo ha sugerido el Alma de la Toga.