De los hechos del divino Augusto
¡Salve!, ¡Salve! y laurel a los vencedores,
¡Victoria!, ¡Victoria! resuena al compás de sus corazones.
Gloria, gloria en la Victoria, es la consigna de los vencedores
cuyos vítores saludan a los manes, en el campo sagrado de los Césares.
I
Ya las insignias hondean al ritmo de los tambores
y bendecidas por sus águilas marchan las legiones
hacia el hijo del dios, segundo fundador de Roma, imperator
prínceps, Pontifices Maximus: ¡Cesar Augusto, Vencedor!
II
Oh tempora!, Oh mores!
¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres!
donde el imperium, donde la dignitas, donde la auctoritas.
Oh genius Augusti, tanta falta nos haces…
IV
Hacia aquí vuelve ahora tus ojos,
contempla aquí a tus huestes, tus romanos
y funda siglos de oro en los campos regidos por Saturno
allá donde un día vencimos y donde a tu lado orgullosos caímos.
E. Oroz.
Tras las huellas de Augusto...
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